lunes, 25 de julio de 2011

Poema Ganador y Finalistas


Poema Ganador

DIAS AZULES Y SOL DE MI INFANCIA


Estos días azules y este sol de la infancia
son languidez y añoranza en mis ojos,
ahora los días se enturbian
en mi memoria cansada.
Estos días azules y este sol de la infancia
ya son “ésos” que sólo permanecen vivos
como ecos en mi permanente recuerdo.
Hoy, mi torpe pulso quiere escribir al pasado
y acercarlo al presente
para empaparme de colores vivos,
del sol brillante, juguetón, amoroso,
que maquilla de rojo pasión el horizonte
e incendia las vedijas.
Ese sol de la infancia,
el que llenaba los patios blancos de Sevilla,
fue el mismo que el de mi juventud,
que amarilleaba las espigas maduras,
más si cabe, y las doraba.
Antes las irguió, cuando verdes,
como lanzas hacia el cielo, altivas,
manifestándose sólo en posición reverente
cuando eran mecidas por el céfiro indolente.
Y es que el sol de mi infancia
no se fatiga nunca:
es el mismo que sigue dando brillo
a los lingotes de oro de paja
en los vastos campos de Castilla.
¡Ay sol y Duero!, ¡Duero y sol de mis amores!
¡Cómo los rayos pintan de color tus aguas
formando tornasoles en la superficie,
grácil, suave y ondulada.
Tus aguas parecían melena suelta de doncella
de pelo ondulado e irisado,
o el plumaje del cuello de torcaces y arrendajos.
Hermosura plena.
Hermosura nacarada en la piel del agua
que mece tu corriente serena.

Hoy mi vista cansada recorre en la memoria los senderos,
las curvas de ballesta del Duero,
los pájaros canoros en tus orillas,
orquesta de violines, flautas y liras,
que saltan de retamas y majuelos
salpicando el rostro del firmamento
pífanos que acompañan tu rumor casi silencioso.
Pero a mi memoria no sólo llega el Duero,
recuerdo las calles de Soria, los balcones de flores,
los trinos de las oscuras golondrinas,
quizás venidas del sur, las de Bécquer,
los campos salpicados de amapolas,
repletas de sangre sus corolas,
el zureo de palomas, los maullidos de gatos en celo,
el zumbido de las moscas, inevitables golosas,…
Y es que todo …todo bulle en mi efervescente recuerdo.
¡Todo lo de mi Soria querida!
Esos días azules me acercan
a mi primer amor: mi dulce y joven Leonor.
Mujer que me hiciste ver
todavía más azules, los días azules.

y los verdes, más verdes,

cuando los montes explosionaban
en primaveras de soles.
Juntos, vadeábamos caminos
para ver madrugar en los pinares la mañana,
en la Soria fría. Y tú, sol de mi infancia,
besabas de sus agujas el rocío
que eran perlas que ornamentaban su atavío.
También me enseñaste a descubrir colores,
que brillaban más con el sol juguetón de mi infancia
unido con tu sol de amor. ¡Soles de ingenuidad
y de deseos encendidos!

Y en una de las primaveras
con la savia y nuestra sangre alterada,
emergimos del túnel de la hibernada,
bullendo frenéticamente al compás de la savia.
Nuestro amor surgió arrebatador,
por generación espontánea,
en uno de los anaqueles
de la estación más florida,
como lo más sutil, exquisito
y puro de la quintaesencia.
Iluminado por ese mi cielo azul
que también era tu cielo
y por ese sol de mi infancia
que querías atrapar entre tus dedos.
¡Alquimia de días azules, de sol de la infancia,
de pétalos, corolas y hojas!
La magia nos ayudó a cruzar el umbral de una esperanza:
que el sino nos uniera
para calmar el ardor de muchas primaveras.
Pero no fueron muchas, y, prematuramente,
la crueldad del tiempo te arrastró,
¡mi querida Leonor!, a la tierra de Dios sin patria.

Hoy me envuelven aquí los recuerdos,
y sobre esta hoja en blanco los escribo
desde Colliure, pequeña población marítima
de intacta calma en el Rosellón francés.
A veces, el mediterráneo, me devuelve
los días cerúleos y el sol de mi inocencia.
Pero hoy, justamente hoy,
sus rugidos enfadados
no son como el rumor del Duero.
Sé que pronto me arrastrarán sus aguas
a ese confín donde se perderán
los días azules y el sol de mi infancia.


Isabel García Viñao (Jaca-Huesca)



Poema Finalista

ESTOS DÍAS AZULES

Estos días azules

y este sol de la infancia

son el pan de la marcha,

del respiro la savia.

Mantienen mis pies de

barro despabilados

las centellas de un sol

que en invierno es de mayo,

y surge entre la sierra

la candela del alba

y despereza los

ojos y ríe y calla.

Estos días azules

y este sol de la infancia

son del viejo el vigor

y del sabio la rabia.

El viento tempranero

se cierne en gesto grato

bajo la suela ajada

de mi zapato ajado.

Respiran mis harapos

de pobre peregrino

al aliento alado

que del norte ha venido.

Estos días azules

y este sol de la infancia

son la paz de la guerra,

de lo malo la gracia.

Sobre mí ya despuntan

aves de níveas alas

dichosas de llevar

las cargas liberadas.

Vuelan saciadas de

elegancia y soltura

como hacen los hombres

que caminan sin ruta.

Estos días azules

y este sol de la infancia

acompañan la senda

de mi alma solitaria.

Javier Osorio Piñero (Barcelona)


Mejor Poema en Lengua Francesa


Pour combien de temps…

Ces jours bleus et ce soleil de l´enfance
Ne sont plus que souvenirs diffus
D’autres rivages
Que les nuits de plombs ont recouvert
De leur poids
De leur rage
Ce sont des fleurs qui ont été coupées
Par la faucheuse d’acier
Aux symboles létaux
Hors d’atteinte
Quelques infimes bribes
Des temps révolus
S’agrippent à ma mémoire
Que le froid n’a pas complètement
Emportée
Que les averses de fers
N’ont pas totalement
Dévastée
Pour combien de temps
Encore

Cristophe Bregaint (Asnières Sur Seine-France)


Poema más Original


AHORA QUE QUIZÁ MORÍ

Recordando a Antonio Machado Pensando en Luis Orea,

Por Fernanda Orea

Estos días azules y este sol de la infancia, ¿Es el fin de mi vida o el principio?
Derrière moi les heureux jours de mon existence, en face de moi, toi, sans expression.
Morirse es tan complejo, tan incomunicable, morirse es saber y no saberse.
Je ne peux pas m´excuser, mais il faut le dire, ce n’était pas prévu.
Recojo tus lágrimas hoy en mi memoria, mañana serán cenizas.
Il faut, peut être, ouvrir les ailes, pense à moi finalement libre.

Estos días azules que quisiera guardar en el bolsillo de la eternidad,
La sensación de mis pies andando el campo,
Mis manos en la hierba,
Estos últimos días, estas primeras horas de la eternidad,

Le soleil de mon enfance, ma mère qui crie encore pour moi,
J’étais déjà vie, mas je pense à mes quatre ans,
Si je pourrais parler, je le dirais, donne moi tes mains,
Laisse-moi appuyer ma tête.
Mourir c’est, à la fin, pas très grave.

Terminar aquí,
Recommencer là- bas,
Descansa el corazón,
Il y a des amours qui ne meurent jamais,

Es este dolor de saber que me voy,
Ce s
ont les souvenirs de mon passé,
Me gusta esta vida,
Je la commencerais et finirais encore,
Con estos días azules y este sol de la infancia.

María Fernanda Orea Aranda (Londres-Inglaterra)


Poemas de Argentina


APUNTES

Estos días azules y este sol de la infancia

se resquebrajan al sonido del recuerdo y

sobre el lienzo hecho cuerpo

como en óleo pintados

seguirán tras de mi

Sombra que arrastra otra sombra

alucinando paisajes cerriles

darán calor a la hostil madrugada

molinos de agua para la sed de otros mundos

Estos días azules y este sol de la infancia

transvasados compañeros de noches

desahuciadas de fantasmas de olvido

recogen el cadáver de la flor

y atraviesan los espejos del tiempo

más allá de la vida ....


Beatriz Amarante (Buenos Aires)


Será Leyenda

Estos días azules y este sol de la infancia,

estos momentos vividos y este anochecer en mi almohada,

¿qué me queda? no me queda nada,

solo una agonía en el alma,

una vida vivida, una muerte expectante,

un silencio inusitado, una mirada en las sombras,

y una luz a lo lejos que se acerca y me ronda.

Mi mente en blanco se queda y mis ojos se cierran,

para dejar a oscuras mi vista como el fin de una película,

y esa película es mi vida.

¿Qué me quedan? solo recuerdos

que llevare conmigo hasta mi otra vida,

y los mirare a todos desde lejos pero cerca,

y mi poesía será leyenda.


Florencia Carolina Padin Paez (Buenos Aires)

NUESTRAS HUELLAS

Estos días azules y este sol de la infancia

acarician mi frente. Tu cuerpo se aproxima

para darme tus sueños, para darme tu vida.

Para hablar del silencio que guiará nuestras huellas.

¿Será que todo espera para volver al viento?

¿Será que el tiempo pasa y deja las heridas?

Caminaré de noche por la senda vacía

y allí, en la incertidumbre, te esperaré despierto.


Gonzalo Tomás Salesky Lascano (Córdoba)


TRES FUTUROS ANTES


Estos días azules

y este sol de la infancia,

Estos días perennes

y este sol que se muere,

Hecho un bollito,

en la oscuridad de un bolsillo.

Pero será alba por siempre

en el fulgor de una poesía

en el verso que se escribe solo:

la tenue caricia de una madre

tres días después

tres futuros antes

en algún cielo,

en algún infierno,

o en algún lado

que el poeta siempre

quiso conocer.

Ignacio Gioia (Buenos Aires)


PEQUEÑA EVOCACIÓN DE INFANCIA


Estos días azules y este sol de la infancia
tantos años andando paso a paso conmigo
disfrazados, a veces, de amarilla nostalgia
o en un tul de recuerdos, muchas otras, vestidos

ya de lejos me asaltan en miradas añejas,
en enjambres ardientes de perfumes perdidos
estirada la sombra de la vieja arboleda
en la orilla ondulada y pedregosa del río

con las aguas teñidas de incipiente crepúsculo
y los sapos cantando su croar, escondidos,
entre ramas derrumbadas y helechos minúsculos
preservados de nuestras travesuras de niños.

Eran tiempos de chozas erigidas con palos
y cometas que montaban del viento el soplido,
de caballos de madera y pelotas de trapo,
de tambores de lata y escenarios fingidos

donde fuimos, sin duda, temerarios soldados,
bravos cazadores, vencedores y vencidos,
marineros sin puerto, enemigos obstinados
que terminan el pleito volviendo a ser amigos.

Eran noches de plegaria en la arista del lecho
al ángel centinela de los niños dormidos
y bastaba cobijar un deseo en el pecho
que un lucero cayendo sentenciaba cumplido.

Nuestra risa era fácil; nuestros miedos, más flojos
y primaba ante todo cumplir lo prometido.
Eran anchas las manos, eran francos los ojos,
era eterna la jornada y perpetuo el camino.

Esos días azules y ese sol de la infancia
con sus pájaros libres y su cielo infinito
hoy regresan a mí con la entrañable fragancia
de las flores silvestres de mi pueblo querido.

Isabel Ali (Córdoba)


Frontera del tiempo

Estos días azules y este sol de la infancia
amortajan la quimera de cualquier paisano
donde no hubiesen pastos
cabrían halos
de briosos mordisqueos
ladrantes endientados
buscando como nubes,
las migajas en lo pardo.

entiende algo mi hijo
pastar es aquí mundano
las estrellas nos redimen en lo alto
pues no
no han de seguir los sauces llorando.

antes, un rapto eléctrico enmarañado
enguirnaldará el firmamento con su canto,
los cerrojos, encerrados
los perfumes
van debajo
si perdieras
lo que crees encontrado
si murieran en los mares
lo que muerto es recordado
cerrará la verja este diseño
de letras muertas,
de dioses perfilados.

Es sin fin el
torrente despechado
memorioso de otro tiempo
de otro cáliz
bebe el desalmado.

es sin fin que libran
las palabras al blanco y vacuo empapelado
no merecen
no comparten
las señales muerto
el enterrado

más lo importante
hablarás
de lo que urge ser
cambiado

transformación, súplica, desdén
es de hierro el hechizo perpetuado.

Haz
que de mi partes, enciende
el aire recortando
de esperanza
los aires que componen estos días
estos cielos
estos años.

Joaquín Tato (Buenos Aires)


RECUERDOS DE NUESTROS YO NIÑOS


Estos días azules y este sol de la infancia

me penetraron hasta el último nervio

me amarraron y me llevaron lejos

hasta donde nos vimos aquella vez

la única vez

Ya era tarde para ellos y nos miramos

Estuvimos lejos del mundo

Como si aparte

La luna no era luna

Y la arena nunca fue arena

Sólo el frío brillo de las cantilenas

Era puro

Brillo puro que tapizó la tarde

¿Recuerdas esa tarde pura de brillos?

Como si la tarde se nutriera de luciérnagas

Y las luciérnagas de estrellas

¿Recuerdas?

¿Recuerdas que pensábamos

Qué le había sucedido a la otra cara de la Tierra

Cuando blanda la notamos?

Dijiste que la Tierra

De a pedazos llora

O que son los ángeles dorados

Que al deambular en grupos la ablanda

Y como que llora

-los del pincel de Iris-

Porque son buenos pintores

¡Porque así han de ser!

Y quisimos ser como ellos

Para pintar en los ojos de cada uno

La naturaleza viva, de colores, pura.

Y para pintar en los tuyos

Cada día

Mi rostro

Sumergido en lágrimas.

Quizá eso sólo nos parecía

Quizá sólo era brillo

Brillo mojado

El brillo de las estrellas

Revolcadas de verde gloria

En el estómago de las luciérnagas

Que consume la tarde.

Y nos peleamos

Hasta que la luna fue tuya

¡Qué bien nos sentimos

Cuando el aire –oh puro aire-, huía

Del fondo de nuestro lago…¿lago?

¿Por qué dijiste que era un lago?

Se escapó cubierto de lágrimas ¿recuerdas?

Como si una burbuja fuera.

Y nos reímos

Y el viento fue mío

Dijiste que eso era mejor

Porque el viento son los ángeles

Que se solazan zarandeándose aprisa

Chocando las hojas, las selvas, los árboles

¿Quizá ellos atropellaron la luna –tuya-?

Porque recuerda,

Que su reflejo en el agua

Se resbaló sobre el pasto y mojó la arena

Y luego una rodaja del mundo

Y más tarde sólo nuestros dedos…

Mas insatisfecha continuó y en vez de mojar

Entibió de la cruz a la fecha las hojas secas

Para que, ya que no respiran,

Cada una sea la estrella terrestre

Reflejada en el cielo.

Ahora que es noche

Todo lo que siento y desnudamos es tuyo

Y yo te cuido

Ahora y siempre será de noche

Y el etéreo brillo de las hojas

Será mío

Y yo

Que más lágrimas que palabras tengo, tuyo.

Ahora que siempre subsistirá la noche

Que somos

Y que te… y que me proteges

Extirparé todo lo que crezca

Sobre el ángel de bronce

Que atornillado nostalgias entona

al lado de tu nombre.

José Facundo Alarcón (Corrientes)


YO, EL POETA.

Esos cielos azules, este sol de la infancia

son estos mismos cielos que descubre mi alma?

ese afán de observar y mirar más allá…

¡apúrate Antonio, no me hagas renegar!

Es la voz de mi madre, que me hace reaccionar

mientras corro a su lado sin dejar de pensar,

¡cómo ha pasado el tiempo, implacable y voraz!

es ella quien demanda mi brazo al avanzar.

Antes fueron sus manos que guiaron mi andar

su fuerza, su constancia, sus ganas de luchar

moldearon mi carácter, mi forma de expresar

lo esencial, trascendente, lo espontáneo y vital.

Y los recuerdos surgen, imprevistos ¡de a cientos!

aparece Sevilla, el Alcázar…¡mi sueño!

de llegar a la plaza, como el mejor torero

al que todos aplauden , antes de entrar al ruedo.

La Puerta de Alcalá, como símbolo eterno…

una emoción profunda se trepa hasta mi pecho…

la imagen de Madrid, majestuosa , imponente,

la capital más bella, quizás del mundo entero.

Y Francia me recibe con los brazos abiertos

estudié, trabajé, hice amigos , por cierto,

intercambié vivencias, conocí mucha gente,

fui moldeando decires , de bohemio sustento.

De regreso a mi patria, mi vida ya da un vuelco

el amor está ahí, cuando menos lo espero

me nutro de su savia, de pájaros sin vuelo

y desposo a Leonor, la mujer de mis sueños.

En este devenir de historias y recuerdos

me siento enriquecido, por plasmar en papel,

poema tras poema, infinidad de versos

que han llenado mis horas de extasiado contento.

Y ya no tengo dudas de este sol y esos cielos

después de mucho andar, de seguir derroteros

seguimos siendo niños, tan puros y traviesos…

pues sólo nuestro cuerpo se muere ya de viejo.

Lidia Funes Bustelo (Mendoza)


Último verso...


Estos días azules y este sol de la infancia,

me traen el recuerdo de ayeres celestiales.

Me desnudan el alma y aroman los rosales

de esa luz de Sevilla, inundando la estancia.

Me invade en el respiro, aquella sutil fragancia

de aquel huerto que crecía lejos de matorrales;

patio de losas hoscas, paredes memoriales,

tardes bruñidas de julio, en los sueños natales.

En hoy de mis finales, llegan las emociones;

me abarcan la memoria que vivía lacaya;

rezan un réquiem de luz lleno de sensaciones;

añoran los días vistos desde mi atalaya

y punzan como estigmas de ciertas aflicciones,

a despertar del bolsillo después que me vaya.


Marta Ester Ganzero (Buenos Aires)


MELANCOLÍA

A Daniel

Estos días azules y este sol de la infancia,

este tenerte y no tenerte, hermano,

se instalan en la hoguera

donde expira la tarde.

Entonces

-hace tanto-

nos tomábamos de la mano

para franquear un mundo

que apenas comprendíamos.

Mamá extendía sobre el miedo

un mantelito a cuadros

y brindábamos por el canto en cierne.

La inocencia inicial

ignoraba tus llagas.

El aire era sincero.

Respirábamos

una dulzura de pájaros en bloque.

¿Cómo pudo la muerte,

ese simple detalle,

desbaratar la estela de tus horas?

¿Cómo pudo manchar

el pan inacabable,

la feliz ignorancia de los perros,

las hostias puras de la primavera?


Raquel Graciela Fernández (Buenos Aires)



INVOCACIÓN

Estos días azules y este sol de la infancia

Madre

¡Partir sin poder tornar!

Separado de la rama

Lleno de ausencia sufro el desabrigo

Leve hoja cautiva del viento

Barrilete sin cola

Amarillo pergamino

Caigo

Y por el curso lento que dejó la lluvia

Navego

De cara al cielo

Rumbo a la alcantarilla

Sumidero de sueños

Preguntándome el porqué

Es invierno

Cuando se acortan los días

Roberto Teodoro Miranda (Buenos Aires)